En lo profundo del bosque amazónico, Oxossi, el dios de la caza, se reunía con los caboclos, espíritus protectores de la naturaleza. Bajo la luz de la luna, Oxossi comenzó a contar sus historias de vida, recordando sus días como un cazador habilidoso.

"En tiempos antiguos, caminaba por la selva con arco en mano, persiguiendo a mis presas con destreza. Pero un día, al adentrarme en la espesura, me encontré con un caboclo sabio, quien me enseñó el equilibrio necesario entre la caza y la preservación de la naturaleza. Desde entonces, mi propósito ha sido proteger este bosque y sus criaturas."

Los caboclos, con sus cuerpos tallados en madera y hojas enredadas en sus cabellos, escuchaban atentamente. Uno de ellos, con la voz del viento, compartió su historia: "Yo era un cazador feroz, pero al enfrentarme a la pérdida de la flora y fauna, decidí transformarme en un caboclo para velar por la armonía del bosque. Mi misión es recordar a los seres humanos que somos parte de esta vasta red de vida."

Así, entre susurros de hojas y el murmullo de arroyos, Oxossi y los caboclos compartieron sus experiencias, forjando un pacto eterno para preservar la selva y enseñar a la humanidad la importancia de vivir en equilibrio con la naturaleza.